Cuando hablamos de APEGO, nos referimos al vínculo afectivo entre un individuo y una figura de referencia (generalmente mamá, papá o cuidador/a).
Este vínculo se basa en la necesidad de seguridad y protección del niño o la niña, fundamentalmente durante la infancia.
La naturaleza de los vínculos que generamos con nuestra figura de apego en nuestra infancia, determina el tipo de relaciones que mantendremos a lo largo de nuestra vida.
Apegarse es biológico, pero apegarse no quiere decir necesariamente APEGARSE CON SEGURIDAD.
Lo opuesto al apego seguro, es el apego evitativo, inseguro, ambivalente. Ante la presencia de este vínculo vamos a encontrarnos con niños o niñas que evitan o se muestran ansiosos frente a la presencia de la figura de referencia, lo cual impide por ejemplo que logren calmarse con mayor facilidad ante situaciones de estrés.
Un apego seguro genera un sentimiento de pertenencia en una relación donde tanto el niño como la niña se sienten aceptados y en confianza
Es fundamental para el establecimiento de la seguridad, donde a partir de ella los infantes llegan a ser personas capaces de vincularse y aprender en relación con los demás.
En todas las edades, necesitamos esa zona de seguridad o protección. Y eso es lo que nos dan los vínculos de apego seguro.